Este libro forma parte de la hasta ahora trilogía de El Cementerio de los Libros Olvidados, se ubica temporalmente después de La sombra del viento y nos lleva de la mano a una nueva aventura de Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres.
En esta entrega Daniel y Fermín se encuentran de nuevo ante las puertas de una nueva aventura gracias a la aparición de un personaje siniestro que amenaza con romper la tranquilidad en la que Fermín se encuentra, pues ha venido desde el pasado a buscarlo y hacer un ajuste de cuentas.
Es por esta causa que Fermín se ve obligado a contarle a Daniel parte de su misteriosa vida antes de conocerlo. Contándole así sus días en prisión.
Este libro me parece el caso perfecto del daño que las editoriales hacen a nuestros escritores, es un libro cuya idea central es muy buena, tiene la intriga y el suspenso que hace característicos a los dos libros precedentes. Pero eso no sucedió, comenzó el relato de la vida de Fermín en la prisión y mientras avanzaba el relato de sus días en el monte Montjuic y yo notaba como las páginas se iban acabando, no lo podía creer, pues según yo había un misterio por resolver.
El libro me gustó, pero simplemente eso, no me pareció extraordinario o tan emocionante como La sombra del viento. Es una lástima que por cuestiones ajenas a la creatividad del autor, historias que pudieron haber tenido mucho potencial se queden en un simple “pues no estuvo tan mal”.
* La gente con el alma pequeña siempre trata de empequeñecer a los demás
* Todo lo bueno siempre está bajo llave
* Todo es falso en este mundo, joven. Todo menos el dinero.
* Su vida parecía encaminada a esa existencia gris y amargada de los mediocres a quienes Dios, en su infinita crueldad ha bendecido con los delirios de grandeza y soberbia de los titanes.
* ¿Por qué será que todas las guerras las ganan los banqueros?
* El mundo es muy pequeño cuando no se tiene a donde ir.
En esta vida se perdona todo menos decir la verdad.
Loco es el que se tiene por cuerdo y cree que los necios no son de su condición.
El futuro no se desea; se merece.
Dios se ha marchado de este país.
El destino no hace visitas a domicilio, hay que ir por él Creo que es usted un hombre afortunado, al menos en amores, y como casi todos los que lo son no se dan cuenta.
Yo siempre tengo razón. Me viene de nacimiento.
Los hombres son así, como los geranios. Cuando parece que están para tirarlos, reviven.
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