Con un estilo ágil lleno de referencias literarias - García Márquez, Auster, Orwell o Stephen King- e imágenes impactantes, Javier Castillo concluye un thriller romántico narrado a tres tiempos que explora los límites del ser humano y rompe los esquemas del género de suspense.
El día que se perdió la locura nos narra la historia de un joven que aparece completamente desnudo cargando la cabeza de una mujer decapitada por uno de los parques más concurridos de Boston. El muchacho es detenido por el FBI para someterlo a un interrogatorio a través del psiquiatra Dr. Jenkins y la agente Stella Hyden, quien es especialista en perfiles.
Este libro sonó muchísimo en redes sociales y fue todo un fenómeno en España inicialmente, ya que el autor es de allá y se auto publicó en Amazon, pero yo llegué a este libro cuando ya había pasado todo el revuelo y había sido publicado por SUMA de letras. A veces suelo ser la clase de persona que juzga a los libros por su portada, y en este caso en particular así fue. Me sentí atraída inicialmente por su portada y el título tan sugestivo y al leer la reseña, por supuesto que estaba interesada en leerlo. Comencé la lectura y simplemente no pude parar.
Debo ser honesta y decir que la trama es completamente predecible y que el suceso central del libro me parece bastante tomado de los pelos, completamente irreal y el final desde mi punto de vista ha quedado un poco flojo. Aunque nada de esto le quita que es un libro es extremadamente adictivo, pasan las páginas de forma compulsiva deseando saber más y más, y con un buen sabor de boca.
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